Un informe de Naciones Unidas apuntó recientemente que en la actualidad un 55% de los seres humanos viven en ciudades. Esta cifra solo muestra una tendencia que no tiene visos de parar, ya que las previsiones son que para el año 2050, el 68% de las personas habitarán en grandes núcleos urbanos.
Tal acumulación tendrá como consecuencia un aumento de la contaminación en las áreas metropolitanas, lo que a su vez provocará una peor calidad de vida para sus habitantes, quienes además se enfrentarán a mayores riesgos de salud. Ante este escenario, se antoja necesario tomar medidas y una de ellas pasa por la creación de bosques urbanos.
H2: El Foro Económico Mundial se pronuncia
A pesar de que los bosques urbanos y la potenciación de zonas verdes sea un tema recurrente cuando se habla de ciudades sostenibles y amables con las personas, han vuelto a estar en boca de todos tras la recomendación del Foro Económico Mundial (FEM) de plantar pequeños bosques urbanos con el objetivo de impulsar la diversidad y luchar contra el cambio climático. Y es que en el FEM han llegado a la conclusión de que los problemas medioambientales son un gran riesgo para la economía.
Esta organización destaca en un comunicado el método del botánico japonés Akira Miyawaki, cuyo enfoque prioriza el desarrollo natural de los bosques utilizando especies nativas. “Los bosques Miyawaki pueden crecer hasta convertirse en ecosistemas maduros en sólo 20 años, un periodo sorprendentemente corto si lo comparamos con los 200 años que puede tardar un bosque en regenerarse por sí mismo. Actúan como oasis para la biodiversidad, apoyando hasta 20 veces más especies que los bosques gestionados no nativos”, explican en el FEM.
H2: Beneficios de los bosques urbanos
Entre las ventajas que supone el desarrollo de bosques urbanos se hallan desde un menor impacto en la pérdida de biodiversidad, hasta una reducción de la contaminación atmosférica, pasando por el hecho de que son beneficiosos para la salud mental de los habitantes de la ciudad.
En este sentido, Adrián Escudero, catedrático de Ecología en la Universidad Rey Juan Carlos, y Fernando Valladares, profesor de Investigación en el Departamento de Biogeografía y Cambio Global del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), han incidido en el mensaje del FEM -apuntando que ya se estaba trabajando en los bosques urbanos desde hace años-. “Intentar reconstruir pequeñas islas forestales o hábitats naturales –no necesariamente arbóreos– en nuestro entorno urbano como fuente de diversidad es simple y nada novedoso pero, en el contexto de un paisajismo transformador, es muy revolucionario. Imprescindible en realidad”, han publicado en un artículo.
H2: Verde sobre gris
Sobre la importancia de los bosques urbanos también se ha pronunciado la FAO (Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura: “Permiten eliminar contaminantes nocivos, reducir el ruido, mejorar las temperaturas, mitigar los efectos del cambio climático, suministrar distintos productos y energía renovable, proteger las fuentes hídricas y prevenir la erosión del suelo y las inundaciones“.
Asimismo, para implementar lugares verdes en el entorno gris de las grandes ciudades la FAO propone las siguientes recomendaciones:
Desarrollar agendas políticas que promuevan espacios verdes y bosques urbanos.
Realizar un seguimiento periódico del efecto de las islas térmicas en las ciudades para planificar estratégicamente los bosques urbanos.
Utilizar las directrices técnicas existentes para planificar, diseñar y gestionar los bosques y los árboles urbanos.
Crear y fomentar empleos verdes y oportunidades económicas en torno a los espacios verdes.
Convertir zonas abandonadas, solares y patios en espacios verdes.
Promover las huertas comunitarias, la agricultura urbana y los bosques urbanos que permiten obtener alimentos.
Aumentar el número de edificios verdes y bosques verticales y fomentar la construcción de techos verdes.
H2: Algunas propuestas
En este escenario, ya se están poniendo en marcha importantes proyectos. Uno de los más grandes (y de gran dificultad) es la Gran Muralla Verde del Sahara y el Sahel que tiene como finalidad frenar el avance del desierto y contrarrestar el cambio climático. Son tales sus dimensiones que, con la vista puesta en elaño 2030, se pretenden plantar 500.000 hectáreas de nuevos bosques urbanos, así como restaurar o mantener otras 300.000 hectáreas de bosques naturales.
Los profesores Escudero y Valladares anteriormente citados también apuntan como ejemplo a Madrid, un ejemplo de urbe que “mira cada vez más hacia soluciones en verde para su insana configuración y dinámica”. Y apuntan para mostrarlo el proyecto Bosque Metropolitano. “El foco principal de bosques metropolitanos como el que se planea para Madrid es rentabilizar al máximo la periferia verde que rodea a las ciudades”, comentan reconociendo que se trata de una idea “buena, lógica y práctica”. Eso sí, aseguran que el desafío real no se halla solo ahí, sino que está “en el corazón de la ciudad, justo en el epicentro de la contaminación y del asfalto y justo donde vive la inmensa mayoría de la población”.
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